En invierno, o dependiendo de la zona climática, las bajas temperaturas del agua, entre 5 y 15 °C, dificultan la digestión de los alimentos. Mientras los peces descansan en el fondo del estanque, consumen muy poca energía y recurren a las reservas que, con suerte, han acumulado en otoño gracias a una alimentación adecuada. No se recomienda en absoluto dar de comer durante este periodo de reposo, ya que los animales pueden salirse de su fase de reposo o la comida puede yacer inadvertida en el fondo del estanque y descomponerse (consumiendo así oxígeno y contaminando el agua). Sin embargo, cuando los peces siguen activos o vuelven a estarlo, consumen energía. Para que ésta no se consuma exclusivamente de sus reservas, tiene sentido alimentarlos con comida muy fácil de digerir.